Cuando se pensaba que las clases políticas ya habían tocado fondo con sus aberrantes prácticas, en su afán por alcanzar o quedarse con el poder, cada día aparecen nuevas revelaciones y acciones, de unos y otros, con el fin de darle golpes bajos a sus contendores para debilitarlos y reducirlos ante la mirada perpleja del pueblo colombiano. Y aunque cada vez pareciera que se hubiera llegado al tope, en la medida que se acerca la fecha de elecciones aparecen nuevas jugadas y estrategias sucias y rastreras que dejan mucho que pensar.
Como lo revelan todas las encuestas, "Colombia va por mal camino", pero no solo en materia de educación, infraestructura o económica, sino por el desorden institucional que, para nuestra forma de pensar, es el peor ejemplo que le podemos dar a nuestra juventud y a nuestros niños, quienes, aunque no lo parezca, captan y asimilan todo lo que transmiten los noticieros de televisión y de radio.
Cómo podemos entonces aspirar a que la educación en Colombia mejore, si el ejemplo que dan los mayores, especialmente los que manejan el país, no da para tanto. Cómo podemos esperar que las campañas políticas a Concejos, alcaldías y gobernaciones sean limpias y de altura, si la de la misma presidencia, la de lograr la dignidad más importante del país, se ha degenerado hasta bordear el límite de la bajeza.
Las costumbres políticas en Colombia ya nos tienen acostumbrados a los escándalos sucesivos, o mejor dicho, a ir tapando un escándalo con otro mayor, pero parece que los implicados se revisten de teflón para que les resbale, y en la mayoría de los casos solo falta que recurran a la famosa frase de, "fue a mis espaldas".
Como diría alguien, "no hay que prestarle atención al qué dirán", pero a veces sentimos vergüenza ajena por lo que se pueda estar pensando en otros países; bueno, no en todos, porque el caso de Venezuela tiene una similitud tan grande con el de Colombia, que parece calcado a propósito.
De acuerdo con los cronogramas electorales y con nuestra cultura política, se supone que una vez pasen las presidenciales, que muy seguramente van a segunda vuelta, se iniciarán las campañas a Gobernaciones, Alcaldías y Concejos. No sobra entonces, desde ahora, recomendarles a aquellos candidatos que aspiran a estos cargos, que vayan haciendo ejercicios de conciencia, que vayan pidiéndole a Dios que les dé mucha sabiduría, tolerancia y capacidad de discernimiento, sin entrar en debates encarnizados y dañinos.
Desde aquí invitamos a quienes manejan a este país, desde la presidencia, desde las gobernaciones, desde los entes municipales, a que hagamos esa contribución con la educación nacional y no sigamos dando malos ejemplos a quienes tienen que transitar los mismos caminos, a quienes se están formando para ocupar esas posiciones en el mañana.
Señores lectores, estamos a pocos días de las elecciones para escoger al nuevo Presidente de Colombia; como periodistas independientes no podemos sugerir ni recomendar a ningún candidato, pero sí les pedimos con mucho respecto, elegir a conciencia y con mucha responsabilidad.
Colombia no se merece la suerte que está atravesando. Reaccionemos por favor.